Considérese el siguiente argumento:

  • P1-. Encontramos en el mundo algunas cosas que cambian (i.e., que pasan de la potencia al acto). 
  • P2-. Todo lo que va de la potencia al acto es actualizado por algo que ya está en acto (i.e., por un actualizador). 
  • P3-. La existencia de toda sustancia compuesta de acto y potencia es, en cada instante, reducida de la potencia al acto por un actualizador A
  • P4-. Pero si A está compuesto de acto y potencia, la existencia de A necesita un actualizador B (por P3). 
  • P5-. No obstante, es imposible ir hasta el infinito en una serie jerárquica de actualizadores actualizados compuestos. 
  • P6-. Por lo tanto, tiene que existir, al menos, un actualizador puramente actual (i.e., no compuesto de acto y potencia). 
  • P7-. El actualizador puramente actual posee los atributos divinos clave, es decir, es Dios. 
  • C-. Ergo, Dios existe (por P1-P7).1
En esta entrada, nuestro objetivo será defender cada una de las premisas con el fin de garantizar la conclusión (Dios existe) porque (formalmente hablando) el argumento es válido.

P1-. Encontramos en el mundo algunas cosas que cambian

El cambio ocurre, eso es un hecho. El café de tu taza se enfría (1). Una hoja del árbol cae al suelo (2). El charco crece en la medida que llueve (3). Aplastas una mosca y se muere (4). Estos ejemplos ilustran los 4 tipos de cambios:
  1. Cualitativo.
  2. De locación.
  3. Cuantitativo.
  4. Sustancial.
Que ocurren este tipo de cambios es evidente a nuestra experiencia. ¿Pero qué pasa si nuestros sentidos nos engañan? ¿Y si todos estos cambios fueran solo una ilusión? Parménides de Elea realizó la siguiente argumentación en contra del cambio:
  1. El cambio implica que el ser surge del no ser, es decir, de la nada.
  2. Es imposible que el ser surja del no ser.
  3. Por tanto, el cambio es imposible.
Regresando al ejemplo del café, Parménides dice que la frialdad del café antes era un no-existente, entonces, en ese momento, era nada; y cuando posteriormente empieza a existir, se convierte en algo. Sin embargo, como es evidente a la experiencia, algo no puede salir de la nada. Por lo tanto, la frialdad del café no puede empezar a existir, y, en consecuencia, el café no puede enfriarse. Y esto puede aplicarse a los otros tipos de cambios. 

Si revisamos bien el argumento, se notarán problemas con el mismo. Un problema es que no es posible aceptar el argumento. Si hablamos de convencer a alguien, incluso a uno mismo, de que el cambio es solo una ilusión por medio de este argumento o cualquier otro, se necesitará abrir camino por el argumento, paso a paso, hasta que uno o el interlocutor queden convencidos. Del simple hecho de analizar el argumento, ir premisa por premisa hasta inferir la conclusión, ya implica el cambio. El mismo hecho de dudar del cambio, al igual que el simple hecho de tratar que otras personas cambien su opinión al respecto, ya presupone la existencia del cambio.

Otro problema, tal vez el principal, es aquel que señaló el Filósofo en su tiempo respecto a la premisa primera:

El cambio implica que el ser surge del no ser, es decir, de la nada.

Aristóteles consideró esto un error, pues el cambio no implica que algo salga de la nada. Por seguir el ejemplo del café, es cierto que, si el café está caliente, su frialdad no está presente actualmente, pero esta está ahí potencialmente, mientras que, por otra parte, no están en el café otras potencialidades, como, por ejemplo, convertirse en petróleo con el paso del tiempo o convertirse en un carro; el café tiene la potencialidad de enfriarse con el tiempo, su frialdad está en potencia. Que tenga estas potencialidades, pero carezca de otras, muestra que su frialdad no es exactamente nada, su frialdad es, aunque no sea de forma actual; sus potencialidades están fundamentadas en su misma actualidad. Esto es, el café no podría volverse frío si el café no estuviese en acto y si este no estuviese caliente en acto.

Para el Filósofo, el cambio implica la actualización de una potencia. El café tiene la potencia de enfriarse, y, tras estar un tiempo sobre la mesa, esta potencia es actualizada (digamos) por la temperatura del ambiente. Esta potencia no sale de la nada, pues la potencia es algo (i.e. no es nada), es algo que existe en el objeto de una manera diferente (potencialmente).

Sin embargo, en la historia de la filosofía existe la posición contraria a la de Parménides, a saber, la posición de los heraclíteos: «todo cambia y nada es permanente». Los seguidores de Heráclito pensaban que la permanencia no existe, todo está en constante cambio. El seguidor de Heráclito más acérrimo fue Crátilo. Si Heráclito decía que no te puedes bañar dos veces en un mismo río, Crátilo postulaba que no te puedes bañar ni una sola vez en el mismo, pues ya no serías ni el mismo individuo, ni el mismo río. No obstante, esto nos lleva a un problema parecido al de la tesis parmenídea, a saber: si esta tesis fuera verdad, y la persona que empezara el argumento no fuera la misma que llega a la conclusión, ¿esa persona estaría justificada en sostenerla? No, pues la persona que llegó a la conclusión no sería la misma persona que razonó las premisas (de cualquier argumento que intente defender esta tesis). Esa misma persona nunca llega realmente a una conclusión, no llega a inferir nada; mientras que la persona que llega a la conclusión no tiene razones para sustentarla; vaya, es un sinsentido. 

Desde esta perspectiva, ocurre que, si cada potencia se uniera con otra sin realmente nunca llegar a ser algo, pero si no hay nada en sí (algo que permanezca) que establezca las potencialidades cuando las cosas cambian, no habría cambio. Por lo tanto, esta tesis está en contra de la existencia de sujetos permanentes que puedan razonar esta posición, pero como tales sujetos existen, se concluye que la tesis es falsa.

El problema con estas dos tesis (Parménides y Heráclito), es que ambos aceptan una cosa, pero niegan otra. Parménides acepta lo actual, pero niega lo potencial y por eso no puede explicar el cambio. Heráclito, en cambio, niega la actualidad, pero acepta la potencialidad, y por eso falla en explicar la permanencia que se ve en el mundo. Por tal motivo, la solución a la que llegó el Filósofo es que el cambio implica una actualización de la potencia al acto.

Para concluir, véase este argumento que resume la defensa de esta premisa: 
  • P1-. El cambio y la permanencia solo pueden ser rasgos reales del mundo si hay distinción entre ser en acto y en potencia.
  • P2-. Hay distinción entre ser en acto y ser en potencia en las cosas.
  • C-. Por lo tanto, el cambio y la permanencia son rasgos reales del mundo que no pueden ser negados coherentemente.2

P2-. Todo lo que va de la potencia al acto es actualizado por algo que ya está en acto

El cambio es la actualización de una potencia. Únicamente lo que es actual puede actualizar algo. En concreto, lo potencial no puede actualizarse a sí mismo. Solo algo que sea actual puede hacer tal cosa. En general, ninguna potencia puede ser actualizada si no es por algo que ya sea actual. Así, todo cambio requiere algún tipo de actualizador. Ofreceremos el siguiente argumento para reforzar esta premisa:

Argumento aristotélico a favor de P2:
  •  AC1-. Lo que se mueve a sí mismo [LMAM] se mueve inmediatamente, por lo cual el reposo de una de sus partes implica el reposo del todo.
    • Explicación: dado que lo que se mueve así mismo en razón de toda ella lo hace de forma inmediata, sin depender de sus partes, el cese del movimiento de alguna de sus partes entrañaría el reposo del todo. Es decir, cualquiera cosa que se mueva por sí misma, y no por una de sus partes, debe estar toda en movimiento o nada de él en movimiento, según sea el caso. Pues si no fuese así, ya no sería él mismo el que estuviera en sí el movimiento, sino él en la medida en que lo derive una de sus partes. Como la oreja de un gato se mueve en la medida en que se muevan sus piernas.
  • AC2-. Nada de aquello, cuyo reposo depende del reposo de otro, se mueve a sí mismo.
    • Explicación: entendiendo reposo como lo contrario al movimiento, si una cosa se mantiene en reposo gracias al reposo de otro, esta ya no se movería así misma, ya que esta dejaría de moverse en la medida en que otra cosa deje de moverse (es decir, su movimiento depende de otro).
 Estructura del argumento:
  • A1-. Todo lo que se mueve está constituido por partes (es decir, compuesto).
  • A2-. Si algo es compuesto, el reposo de una de sus partes depende del reposo de las otras.
  • A3-. LMAM es compuesto (por A1 y por la propia definición de LMAM).
  • A4-. El reposo de una de las partes de LMAM depende del reposo de las otras (por A2).
  • A5-. Entonces, LMAM no se mueve realmente a sí mismo (por AC2).
  • C-. Y puesto que lo que se establecía como moviéndose así mismo no se mueve a sí mismo, es absolutamente necesario que todo lo que se mueve sea movido por otro. 
Por reducción al absurdo se demuestra que ningún ente puede moverse a sí mismo en tanto que, si hubiere uno que lo hiciese, implicaría una contradicción. Esto queda más claro con lo siguiente.

Este argumento supone tres hipótesis:
  1. Para que una cosa se mueva a sí mismo es preciso que tenga en sí el principio del movimiento, si no, no sería movido por alguna otra cosa.
    • Explicación: esto quiere decir que, si algo tuviera en sí el principio del movimiento, dicha cosa no sería movida por otra cosa porque, si tiene el principio del movimiento derivado de otro, no se podría mover a sí mismo. Esto último tiene que ser sí o sí aceptado por la persona que intenta refutar la tesis de que todo lo que se mueve es movido por otro (porque justamente sostiene la tesis contraria, a saber, no todo lo que se mueve es movido por otro, o algún ente se mueve por sí mismo).
  2. Lo que se mueve a sí mismo, se mueve en razón de toda ella y no por razón de sus partes.
    • Explicación: lo que se mueve en razón de toda ella ha de ser indivisible y, por tanto, ha moverse en razón de toda ella. Esto es así porque se movería en razón de sus partes si no fuese indivisible, es decir, estaría derivando su principio de cambio de algo más. Lo indivisible tiene en sí el principio del movimiento en tanto que no deriva dicho principio de nada más. Básicamente hay dos opciones: (i) es indivisible, ergo, tiene en sí el principio del movimiento; (ii) es divisible, ergo, no tiene en sí el principio del movimiento.
  3. Esta cosa es divisible y posee partes, ya que todo lo que se mueve es divisible.
    • Explicación: esta tercera hipótesis contradice a la segunda porque aquella plantea que esta cosa que tiene en sí el principio del movimiento es indivisible, mientras que esta plantea lo contrario, que es divisible. Básicamente, el razonamiento es el siguiente: lo que se mueve por sí mismo (o lo que tiene en sí el principio del movimiento) es indivisible; pero todo lo que se mueve es divisible; lo que se mueve por sí mismo efectivamente se mueve; por lo tanto, es divisible y posee partes. Si es divisible, no puede moverse a sí mismo. Así, lo que se mueve a sí mismo no se mueve a sí mismo, y caemos en una contradicción.

P3-. La existencia de toda sustancia compuesta de acto y potencia es, en cada instante, reducida de la potencia al acto por un actualizador A

Edward Feser (2021b, pp. 21-22) da la siguiente justificación para esta premisa:
Volvamos al café que está en la taza. Por obvio que sea, sólo puede enfriarse, o ser sostenido por la mesa, si existe; un café no-existente no puede hacer ninguna de las dos cosas, o nada en absoluto. Ahora, ¿qué hace que el café exista? Es obvio que alguien lo hizo vertiendo agua caliente a través de granos de café, pero eso no es lo que estoy preguntando. Me refiero a qué hace que el café exista aquí y ahora y en todo momento particular en el que existe. ¿Qué lo mantiene en la existencia? Por un lado, el café existirá sólo en la medida en que exista el agua que lo compone, así que para simplificar las cosas fijémonos sólo en eso. ¿Qué mantiene el agua en la existencia en cada momento particular? Al fin y al cabo, dada la química del agua, la materia que la forma también tiene la potencia de existir como cantidades distintas de oxígeno e hidrógeno. Pero ésa no es la potencia que está siendo actualizada ahora mismo, sino la potencia de esa materia para existir como agua. ¿Por qué? No nos sirve responder que tal y tal proceso ocurrió en tal momento del pasado de manera que se combinó el hidrógeno y el oxígeno justo del modo correcto. Eso nos explica cómo el agua llegó aquí, pero no estamos preguntando eso… Estamos preguntando, de nuevo, qué mantiene el agua en la existencia en cualquier instante en el que de hecho existe.

En efecto, la potencia de la cual se está hablando aquí es la potencia de existir del agua, y no tanto la disposición de los materiales constituyentes y/o del modo en que estos dieron lugar al agua. Es una potencia mucho más «profunda», digamos.

La justificación para esta premisa es que las cosas no existen de forma necesaria, es decir, pueden existir como no existir. Pero si existen es por una razón o causa. No obstante, no solo estamos hablando de la causa de la existencia de las cosas en algún momento del tiempo, sino de la causa de la existencia actual (es decir, «presente») de estas. Pero, ¿por qué? ¿Acaso las cosas no pueden mantenerse en la existencia por sí solas? ¿Por qué requieren de una causa?

A la tesis que mantiene lo contrario a lo que se está diciendo se le llama en filosofía inercia existencial. Básicamente postula esto: «El mundo de las cosas contingentes, una vez que existe, tiende a continuar en la existencia por sí mismo hasta que algo actúe positivamente para destruirlo. Por lo tanto, no tiene necesidad de ser conservado en el ser por Dios»3 (Feser, 2015a, pp. 85-86).

Desde una metafísica de corte aristotélico, las sustancias compuestas de forma y materia simplemente no pueden perdurar en la existencia en virtud de sus principios metafísicos básicos. Por ejemplo, Feser (2015b, pp. 64-65) formula el siguiente argumento en base a la composición forma-materia de las sustancias materiales:  

  1. Una causa no puede dar lo que no tiene para dar.
  2. Una sustancia material es un compuesto de materia prima y forma sustancial.
  3. Algo tiene inercia existencial si y solo si esto tiene en sí mismo una tendencia a perdurar en la existencia una vez que existe.
  4. Pero la materia prima por sí misma y separada de la forma sustancial es pura potencia, y, por lo tanto, no tiene en sí ninguna tendencia a perdurar en la existencia.
  5. La forma sustancial de una cosa material por sí misma y separada de la materia prima es solo una abstracción, y, por lo tanto, no tiene tampoco en sí ninguna tendencia a perdurar en la existencia.
  6. Entonces, ni la materia prima como la causa material de una sustancia material, ni la forma sustancial como su causa formal, pueden impartir a la sustancia material a la cual componen una tendencia a perdurar en la existencia.
  7. Pero no hay otros principios internos de los cuales una sustancia pueda derivar tal tendencia.
  8. Por tanto, ninguna sustancia material tiene en sí la tendencia a perdurar en la existencia una vez que existe.
  9. En consecuencia, ninguna sustancia material tiene inercia existencial.
Como ninguna sustancia material puede dar lo que no tiene, ninguna sustancia material (las cuales son causadas por otras) puede existir una vez que esta existe. 

Otra forma de argumentar a favor de esta tesis es desde las series jerárquicas, las cuales veremos dentro de unos instantes. Véase esto: si las causas segundas en dichas series dependen de otra causa en el presente, entonces las causas segundas no pueden «ser» sin esa causa. Si estamos hablando ahora de la existencia de las causas segundas, su existencia depende de otra causa en el presente en tanto que su existencia es meramente potencial4

Como dijimos, no hay nada en las sustancias materiales que pueda dar cuenta de esto, de su supuesta inercia existencial, por dos motivos: (i) los principios metafísicos de las sustancias no explicarían dicha tendencia, y (ii) la existencia es una potencia, la cual necesita de actualización de otra causa en el presente. Por tanto, la existencia de las sustancias requiere ser mantenida en la existencia por otro, y sin este, ellas cesarían de existir.


P5-. No obstante, es imposible ir hasta el infinito en una serie jerárquica de actualizadores actualizados compuestos

Existen dos clases de series causales: la lineal y la jerárquica. También se les conoce respectivamente por serie accidentalmente ordenada y serie esencialmente ordenada. La causalidad lineal se puede entender como aquella que se extiende continuamente en el tiempo hacia atrás de manera lineal. Por ejemplo, un café se enfrió por la temperatura del cuarto. El cuarto se enfrió por el aire acondicionado. Este se encendió gracias a que se presionó un botón y, a su vez, se presionó el botón porque se tuvo el deseo de enfriar el ambiente por el calor. Ese deseo se produjo por el efecto de calor sobre la piel de la persona, y dicho efecto se debe a los rayos del sol, etc. Como podemos ver, en esta serie causal las causas se extienden en el tiempo hacia atrás infinitamente, es decir tenemos A que provoca B en t(0), que a su vez B provoca C en t(1), C provoca D en t(2), etc.

En cambio, la causalidad jerárquica es bastante diferente, esta se extiende verticalmente en un punto del tiempo, en un solo instante del tiempo. Volviendo al café, este está a una distancia considerable del suelo, ¿por qué? porque es sostenido por la mesa, ¿por qué? porque la mesa se sostiene del suelo, y esta, a su vez, es sostenida por los fundamentos de una casa y estos son sostenidos por la tierra. Como podemos observar, esta serie se extiende verticalmente en un mismo punto de tiempo, donde A causa B, B causa C, C causa D: todo en un mismo instante t(n).

Además del cómo se extienden en el tiempo, otra diferencia entre la causalidad lineal y jerárquica es que la primera no necesitaría un primer miembro5, mientras la segunda sí. Si vemos otra vez el ejemplo de causalidad lineal podremos ver que la serie podría ir hacia el infinito lógicamente sin que haya un primer miembro en un sentido temporal. El mundo material, por ejemplo, siempre pudo haber estado ahí, nunca hubo un primer miembro que empezara este tipo de serie.

Pero ¿por qué la causalidad jerárquica sí necesita un primer miembro? Porque lo que hace que una serie causal sea jerárquica es la dependencia que tienen los miembros posteriores con los anteriores. La taza no tiene por sí misma ninguna capacidad de mantenerse a un metro del suelo; está ahí solo porque la mesa la sostiene. Pero la mesa tampoco tiene ningún poder de sostener la taza en esa posición, esta se caería si no fuera sostenida por el suelo, pero el suelo solo se sostiene gracias a los fundamentos de la casa y estos son sostenidos por la tierra. La mesa, el suelo, los fundamentos, no tienen ninguna capacidad para poder sostener nada en la medida en que lo derivan de la tierra. Se podría decir que son instrumentos, que solo pueden hacer su trabajo en la medida en que lo derivan de algo más.

Esto es lo que diferencia una serie causal jerárquica de una lineal. En la serie lineal, el café se seguiría enfriando por el ambiente del cuarto aun si nos retiráramos de este o si nos diera un ataque al corazón después de prender el aire acondicionado. Sin embargo, en la jerárquica, si el suelo colapsa, la mesa caerá con él y, como resultado, la taza caerá. Por esta razón, una serie causal jerárquica ha de tener un primer miembro, mientras que una serie lineal no le es necesaria tenerlo. Ya que la mesa, el suelo y los fundamentos no tienen ningún poder por sí mismos para sostener la taza, la serie no podría existir en absoluto a menos que hubiera algo que sí tuviera el poder de sostener estos intermediarios (y a la taza), sin que este tuviera que ser sostenido por otro. Si son algún tipo de instrumentos, entonces tienen que ser instrumentos respecto de algo

O, en otras palabras, dado que tienen solo un poder derivado para sostener la taza, entonces tiene que haber algo de lo cual deriven dicho poder, algo que no necesita derivarlo de otra cosa, sino que lo tenga por sí mismo. Por lo tanto, el tipo de primera causa que ha de tener una serie jerárquica es una causa que posea el poder de producir sus efectos de un modo no-derivado y no-instrumental, es decir, ser aquello que pueda actualizar una potencia sin tener que ser él mismo actualizado.

Ahora bien, y por adelantar una posible objeción al respecto: no podemos aducir que es en virtud de la misma cantidad de miembros lo que explica o sostiene esta clase de serie causal. Por poner un ejemplo: si una mesa por sí misma no tiene ningún poder causal para sostener la taza en alto, por ende, una serie infinita de mesas sería sencillamente inútil. Si tal serie existiera, tendría que haber algo fuera de la misma serie que pudiera impartirle el poder para sostener la taza. Cuando se nos dice que una serie causal jerárquica ha de tener un primer miembro, no se quiere decir «primero» en el sentido de que va antes del segundo, tercero, cuarto, etc., sino que es «primero» en el sentido de tener poder causal inherente o incorporado, mientras el resto lo tienen solo de modo derivado. Es esto lo que hace que los demás miembros sean secundarios y no primarios.

P6-. Por lo tanto, tiene que existir, al menos, un actualizador puramente actual (i.e., no compuesto de acto y potencia)

Si existe un primer actualizador, este ha de tener las siguientes características de acuerdo con lo dicho anteriormente: (i) no pasa de la potencia al acto, es decir, está en acto de manera no actualizada; como es acto no-actualizado, (ii) no es un compuesto de acto y potencia; como estamos hablando de una serie jerárquica, (iii) este actualizador tiene su actualidad de manera no derivada, y, por tanto, (iv) es puramente actual. De esta forma, podemos llamar a esta primera causa o actualizador como Motor Inmóvil o Acto Puro (siguiendo a Aristóteles).

P7-. El actualizador puramente actual posee los atributos divinos clave, es decir, es Dios

Este actualizador no-actualizado se ha de identificar necesariamente con lo que comúnmente llamamos «Dios». Esto es así porque le corresponde los atributos divinos clave6, los cuales son:
  • Inmutabilidad.
  • Inmaterialidad.
  • Eternidad (esto es, atemporalidad).
  • Perfección máxima.
  • Unicidad.
  • Omnipotencia.
  • Personalidad (es decir, es un ser personal).
  • Omnisciencia.
Si esto es efectivamente así, «el problema de la brecha» (the gap problem)7, desaparece en tanto que existe ciertos atributos que ameriten llamar a esta causa como Dios. En lo sucesivo, explicaremos por qué a esta causa le corresponde cada uno de estos atributos.

Inmutabilidad e inmaterialidad

Esta causa, al mantener la existencia de las cosas, no puede ir de la potencia al acto, es decir, no tiene potencialidad alguna: es Acto Puro y, por lo tanto, es inmutable. Es inmutable en tanto que ser mutable significa pasar de la potencia al acto; por lo tanto, la inmutabilidad significa actualidad pura. Ser material implica ser mutable (esto es, cambiar) y existir en el tiempo. Esta causa (al ser inmutable) debe de ser inmaterial, lo cual implica incorporeidad. En efecto, así argumenta santo Tomás de Aquino la imposibilidad de que Dios sea cuerpo, con base en la pura actualidad de Dios y a la potencialidad de la materia (cf., Summa Theologiae, I, q.3, a.1, co.).

Eternidad/atemporalidad  

Primeramente (y como diría san Agustín de Hipona), ¿qué es, pues, el tiempo? «Como en todo movimiento hay sucesión, y una de sus partes viene después de la otra, contando el antes y el después del movimiento, conseguimos la noción de tiempo, que no es más que el número de lo anterior y de lo posterior en el movimiento» (S. Th., I, q.10, a.1, co.). Como existir en el tiempo implica mutabilidad (i.e., la capacidad de cambiar), esta causa debe estar fuera del tiempo y, por lo tanto, debe de ser eterna porque el tiempo está ligado al movimiento. 

¿Qué significa eternidad? «…El concepto de eternidad consiste en la concepción de la uniformidad de lo que está absolutamente exento de movimiento… Así, pues, entendemos la eternidad partiendo de dos aspectos. El primero, referido a lo que se da en la eternidad y que es interminable, esto es, carente de principio y de fin (a lo cual se refiere al término). El segundo, referido a la misma eternidad como carente de sucesión, esto es, siendo toda ella simultaneidad» (Ibid.).

Perfección máxima

Si tomamos el concepto de defecto como privación, es decir, la ausencia de un rasgo que le pertenece a una entidad x por naturaleza. En otras palabras, el fracaso de una potencia de x. Entonces, algo es perfecto en la medida en que tiene sus potencialidades actualizadas, y carece de privaciones. Así, una causa que es actualidad pura tiene perfección máxima.

Básicamente, si el primer miembro de la serie es Acto Puro (lo que significa de por sí perfección), este será máximamente perfecto: «…El primer principio activo precisa en grado sumo estar en acto; y consecuentemente también en grado sumo ser perfecto» (S. Th., I, q.4, a.1, co.).

Unicidad

Solo puede haber dos o más ejemplares si hay algo que los diferencie, algo que uno de ellos tenga y el otro no; en otras palabras: solo si uno de ellos tiene una imperfección. No obstante, no puede haber tal cosa en algo puramente actual. Es decir, un tipo de cosa se puede diferenciar con base en alguna privación o perfección que uno de ellos tenga y el otro no. 

Esto se puede plantear como un argumento en contra del politeísmo: «Dios contiene en sí mismo toda la perfección del ser. Si hubiera muchos dioses, entre ellos debería haber diferencia. Algo le correspondería a uno que no tendría otro. Y si este algo fuese la privación, no sería absolutamente perfecto. Y si este algo fuese la perfección, a otro le faltaría. Luego es imposible que haya muchos dioses» (S. Th., I, q.11, a.3, co.).

Omnipotencia

Con poder de un objeto nos referimos que el poder es aquella capacidad que tiene una cosa para actualizar una potencia. Sabiendo que el actualizador no actualizado es la fuente de poder actualizador de todas las demás cosas existentes, podríamos decir que tiene todo el poder posible, es decir, es omnipotente.

Como dice Tomás de Aquino: «…Pensándolo correctamente, como el poder se refiere a lo posible, al decir que Dios todo lo puede, lo más correcto es entender que puede todo lo que es posible [esto es, lo que no implica contradicción], y por eso es llamado omnipotente» (S. Th., I, q.25, a.3, co.).

Personalidad y omnisciencia

El ser personal o «tener» personalidad (o, también, el ser un ente intelectual) implica tres cosas:
  • Aprehender conceptos abstractos (o, en términos lógicos, ideas).
  • Poder juntar esos conceptos y poder formar pensamientos complejos (o, en términos lógicos, juicios).
  • Aquella capacidad que se tiene para inferir de pensamientos de otros pensamientos (o, en términos lógicos, raciocinios).
La existencia de estas tres cosas presupone que dicha entidad que tiene esas capacidades posee inteligencia. Si esta causa posee inteligencia, se sigue entonces que también es una persona.

Para demostrar eso, recurramos primero a otro principio de causalidad: principio de causalidad proporcional. Este principio establece que todo aquello que se encuentra en el efecto debe de estar de una forma u otra en su causa, aunque no sea siempre del mismo modo8. Lo que se encuentra en un efecto debe de estar en su causa. Está en la causa en una de estas tres maneras: formal, virtual o eminente.

Para entender esto de una mejor forma, pongamos un ejemplo con billetes (Feser, 2021b). Si yo tengo actualmente o a mano un billete de $20, y te los doy, ese billete que ahora está en ti (efecto), decimos que está en mi (causa) formalmente. Lo que está en el efecto, está en la causa de manera formal, o, dicho de otra forma: lo que la causa tiene formalmente es la forma o patrón de cierta cosa, y yo causo que tú también poseas dicha forma. Si yo no tengo actualmente o a mano el billete, pero lo tengo al menos en mi cuenta bancaria y te puedo firmar un cheque para dártelo, se puede decir que lo que está en el efecto está en la causa virtualmente; no tengo el billete, pero tengo el poder de conseguirlos. 

Ahora, si no están en mi alcance ninguna de estas formas, y, por ende, no tengo el billete, pero si puedo hacer que «exista» el billete, entonces podríamos decir que tengo el billete eminentemente. ¿Cómo puedo hacer que exista? Tal vez puedo hacer lo posible para que el Estado me permita imprimir mis propios billetes de $20. Así, aunque yo no tenga ningún billete ahora mismo, tengo la capacidad de hacer que existan, y no solamente la capacidad de adquirirlos9.

Ahora bien, en nuestro caso estamos hablando de la primera causa de todo cuanto existe. Dicha causa puede traer a la existencia multitud de clases de cosas, como árboles, gatos, perros, sillas, humanos, etc. Esto es, «causar que algo exista es sencillamente causar algo que tenga una determinada forma o que encaje en un determinado patrón» (Feser, 2021b, p.27). Por tanto, y aplicando el principio de causalidad proporcional, las formas de las cosas están en esta causa de algún modo. Pero las formas de las cosas tienen que estar de forma abstracta en dicha causa porque es causa de todo aquello que se ajuste a una forma, están eminente o virtualmente (porque la causa no se identifica con las formas, pero es causa de las cosas que «instancían» estas formas [como un cierto gato]). 

Es decir, en la primera causa no puede estar la forma o patrón de un cierto gato (por ejemplo), sino la forma de gato en sí por la cual un gato sea un gato independientemente de sus cualidades específicas. Pero si están de forma abstracta, la primera causa posee inteligencia. No solo eso, también es causa de las distintas relaciones que mantienen dichas formas entre sí, por ejemplo, todos los hombres son mortales; no solo es causa de este hombre, sino de las relaciones que guardan los hombres. «Así, tiene que haber algún sentido en el que también estos efectos existan en la causa puramente actual, y tiene que ser de un modo que tenga que ver con la combinación de las formas o patrones que existan en ella» (Feser, 2021b, p.27). 

Digamos, entonces, que las formas son como nuestros pensamientos; están en la primera causa de forma análoga a nuestros pensamientos. Por lo tanto, esa causa tiene personalidad o es personal en tanto que es inteligente. Dado que tiene inteligencia, se sigue que esta causa es omnisciente. En la medida en que es causa inteligente de todo cuanto existe, se sigue que lo conoce todo. Así, es omnisciente además de inteligente. 

Si todo lo que se ha dicho hasta este punto es verdadero, la conclusión es también verdadera, es decir, Dios existe. No obstante, a continuación, veremos rápidamente algunas objeciones.


Objeciones

Si el primer motor inmóvil es Dios, ¿cómo pudo mover sin ser movido?

Hay dos maneras de entender esta objeción:
  • El primer motor inmóvil debería de experimentar un movimiento (lo cual llevaría a una contradicción) al ser el fundamento del movimiento de los demás motores.
  • Que el concepto de motor inmóvil que mueve no tiene sentido porque, por definición, algo inamovible no puede actuar. En otras palabras, ¿cómo algo «inmóvil» puede mover? ¿No es algo contradictorio el concepto de motor inmóvil que se mueve?
El primero nos dice que el hecho de actualizar una potencia también es una forma de experimentar un cambio. La segunda nos dice que el concepto de motor inmóvil que mueve es intrínsecamente absurdo, pues si el primer motor no se mueve entonces no actúa de ningún modo.

Respuestas10:

1-. Esto es una ignorancia de los términos aristotélicos. Si entendemos bien todos los conceptos y premisas del argumento veremos que, Dios, al ser el actualizador puramente actual, no experimenta ningún cambio, ya que carece de toda potencialidad y, por lo tanto, puede generar cambios sin ser cambiado. Podríamos decir que sí tiene potencialidades. Sin embargo, esto solo sería una forma de llevar la cuestión un paso más atrás, pues no responde la pregunta «¿cuál es el fundamento que explica el cambio?». Si ese motor inmóvil tiene potencialidades, no es realmente un motor inmóvil y habría que explicar esas potencialidades remitiéndose a una causa distinta, pero ya vimos que no se puede postular una regresión hacia el infinito, por lo tanto, tiene que haber un actualizador puramente actual.

Aunque el argumento comienza preguntando qué explica el cambio que observamos en el mundo que nos rodea, el argumento pasa a la pregunta qué explica la existencia en cualquier momento de las cosas que sufren cambios. Entonces, el retroceso de los actualizadores que nos interesa es, en última instancia, un retroceso de los actualizadores de la existencia de las cosas. De este modo, el primer actualizador de la serie es «primero» en el sentido de que puede actualizar la existencia de otras cosas sin que su propia existencia deba actualizarse.

2-. No existe ningún problema en el concepto de motor inmóvil que mueve, ya que la inmovilidad se refiere a la carencia absoluta de potencialidades. Tal vez uno se anime a replicar diciendo que «la carencia de potencialidades es una forma de inmovilidad absoluta», pero esto también cae en un absurdo: presupone que el motor inmóvil es solo un objeto abstracto sin intencionalidades, pero ese no es el tipo de ser que concluye el argumento, ya que concluye satisfactoriamente en que es Dios. Entonces, Dios no se mueve al crear, pues sería bastante incongruente pensar que alguien que está fuera del espacio-tiempo se mueva. Siendo omnipotente, perfectamente puede crear sin necesidad de moverse o de experimentar algún tipo de mutación o cambio, siendo esta la creación ex-nihilo. Por usar una analogía: un pintor omnipotente plasma su idea en un cuadro sin necesidad de tomar una brocha e impregnarla en su pintura; lo haría con solo pensarlo.

Ley de la inercia y Dios

De acuerdo con la ley de inercia de Newton, un cuerpo en movimiento permanecerá en tal estado a menos que fuerzas externas actúen sobre ella. Es decir, el movimiento de un cuerpo puede suceder sin necesidad de otro cuerpo que actúe sobre dicho cuerpo. Así, el cambio o movimiento puede suceder sin una causa que la motive.

Respuesta: la objeción está mal planteada por las siguientes razones: (i) la primera ley de Newton nunca habla en términos metafísicos, como lo es el principio de causalidad; (ii) dicha ley solo describe eventos ordenados en el tiempo, es decir, hace referencia a las series causales lineales, mas no a la jerárquica11; (iii) si no habla en términos metafísicos, solo describe cómo son las cosas, por tanto, no explica lo que en realidad presupone (a saber, el principio de causalidad)12.

El cambio/movimiento es mucho más que el movimiento local (el cual es descrito por la ley de Newton), ya que dicha clase de cambio no agota todo lo que el movimiento es. El cambio es fundamentalmente un cambio metafísico. Por dicho motivo, la objeción simplemente yerra el punto. 

Referente a (ii), la ley de Newton describe eventos ordenados en el tiempo: por ejemplo, el movimiento de las moléculas mientras el café da vueltas en una taza. Pero el argumento que hemos estado examinando se pregunta en última instancia acerca de qué actualiza la potencia de una cosa para existir en cualquier momento particular. 

Otro punto que se podría realizar a la objeción es que la física no nos da una explicación exhaustiva de la realidad. En efecto, más que dar una explicación exhaustiva (esto es, completa) de la naturaleza, realiza una abstracción «de todo aquello que no pueda ser “matematizado”» (Feser, 2021b, p.38), como lo son las nociones metafísicas aristotélicas (a saber, las nociones de acto y potencia, que, en esencia, conforman la causalidad aristotélica). Por otra parte, más que refutar nociones propiamente metafísicas, la ley de Newton simplemente refleja el carácter cualitativo de la naturaleza, del carácter intrínseco de las entidades naturales. Como tal, dicha ley abstrae matemáticamente dicho carácter, lo cual no implica que sea inexistente; simplemente «provee una descripción matemática del movimiento apropiada para propósitos predictivos sin preocuparse acerca de los orígenes del movimiento o de la naturaleza intrínseca de aquello que se mueve» (Feser, 2021b, p.38). 

Por tanto, la mecánica newtoniana no refuta el principio de causalidad, y tampoco podría en principio refutarlo. No más que lo que un detector de metales puede decirnos acerca de la existencia de la madera, roca y agua.

P3 no está justificado adecuadamente
 
Joe Schmid (2021) ha argumentado que se ha de demostrar que toda actualidad es efectivamente actualizada. En efecto, P3 no está adecuadamente justificada en tanto que P2 (el principio de causalidad) no rechaza dicha posibilidad. Si lo consideramos, dicho principio solo demanda que, para todo paso de la potencia al acto, haya un actualizador. No obstante, no demanda que toda actualidad actualmente actual requiera de una actualización causal eficiente. Por ejemplo, consideremos la existencia actual del agua contenida en un vaso. En vez de decir que «la potencia de la materia del agua de existir es actualizada», se puede decir neutralmente: «la potencia de la materia del agua de existir es actualmente actual». El agua es actualmente actual, y no está siendo actualizada. No nos está permitido inferir, pues, la actualización del agua de su actualidad mientras no se justifique.

Además, si existe una actualidad no-actualizada como Dios, alguien que no acepte dicha premisa podría tomar el ejemplo del agua como otra actualidad no actualizada (a no ser, de nuevo, que se demuestre).

Respuesta: hay tres problemas con esto (como apuntó Feser [2021a]):
  1. No es errado decir que la existencia de x está siendo actualizada porque, pese a que alguien pueda poner en duda si hay una causa de x, en un tiempo t x está siendo efectivamente actualizado para ser x y no otra cosa;
  2. Decir que la potencia de la materia del agua de existir es actualmente actual es incoherente porque sugiere que los materiales constituyentes del agua están al mismo tiempo y en el mismo sentido en potencia (de ser x) y acto (ser x en acto), lo cual implica romper el principio de no-contradicción. Es decir, que los materiales de x son potencia de x y, a su vez, efectivamente x. Lo que se está diciendo en realidad es que los materiales de x están (al mismo tiempo) en potencia (de ser x), pero dicha potencia está en acto (ser x) en conjunto, mas no al mismo tiempo y en el mismo sentido (esto es, los materiales están en potencia de ser x y, a la vez, x);
  3. Del hecho de que Dios sea una actualidad no-actualizada, no se sigue que (e.g.) el agua pueda ser también una actualidad no-actualizada porque existe una brecha sustancial entre lo que Dios es (i.e., Acto Puro) y lo que las sustancias compuestas son (i.e., compuestos de acto y potencia). En tal caso, se tendría que demostrar que todo aquello que no sea puramente actual (i.e., los compuestos acto-potenciales) puede no necesitar de una actualización, lo cual el defensor del argumento no está compelido a hacer.

 Notas

  1.  Reformulación propia y breve del argumento aristotélico de Feser (2021b).
  2.  Reformulación propia del argumento a favor del cambio de Feser (2014).
  3. “… The world of contingent things, once it exists, will tend to continue in existence on its own at least until something positively acts to destroy it. It thus has no need to be conserved in being by God.”
  4. Es potencial porque no las tienen de forma incorporada, esto es, de forma no actualizada por otro.
  5. De esto no se sigue que no hay primer miembro. Simplemente se está diciendo que esta serie no lo necesita: si hay o no hay un primer miembro es irrelevante.
  6. Al menos, clave para el teísmo tradicional y/o clásico.
  7. Este problema consiste básicamente en esto: ¿qué justifica que llamemos a esta primera causa como Dios? (Koons, 2013).
  8. O, en palabras de santo Tomás (S. Th., I, q.4, a.2, co.): «…Todo lo que de una perfección está en el efecto, también tiene que estarlo en la causa efectiva».
  9. Para más información respecto a este principio, véase Feser (2014, p.171-176).
  10. Respuestas realizadas por Jader. J. Ibarra en el primer volumen de Thinking Thomism.
  11. «…Lo que la ley de Newton describe son eventos ordenados en el tiempo: por ejemplo, el movimiento de las moléculas mientras el café da vueltas en una taza. Pero, como he enfatizado múltiples veces, el argumento que hemos estado examinando se pregunta en última instancia acerca de qué actualiza la potencia de una cosa para existir en cualquier momento particular. Se pregunta, por ejemplo, qué es lo que hace que en cualquier momento los componentes de una molécula de agua constituyan realmente una molécula tal, en vez de cualquier otra cosa. Dado que la ley de Newton presupone que existen cosas como las moléculas de agua, difícilmente puede explicar su existencia» (Feser, 2021b, p.37).
  12. «…la ley de Newton es simplemente una descripción abreviada del modo en el que algo se comportará dada la naturaleza o forma que posee. ¿Pero qué es lo que hace que haya realmente cosas que tengan ese tipo de naturaleza o forma en vez de otra? ¿Qué hace que sea cierto que las cosas están gobernadas por la ley de la inercia en vez de por alguna otra ley? ¿Qué actualiza esa potencia, en concreto? La mecánica newtoniana difícilmente puede responder este tipo de preguntas. De nuevo, no tiene sentido apelar a la ley de Newton para explicar por qué existen las cosas que ella misma presupone» (Feser, 2021b, p.38).

Referencias

Aquino, T. d. (2001). Suma de Teología (Cuarta ed., Vol.1). Biblioteca de Autores Cristianos.

Feser, E. (2014). Scholastic Metaphysics. Heusenstamm: Editiones Scholasticae.

Feser, E. (2015a). Existential Inertia and the Five Ways. En E. Feser (Ed.), Neo-Scholastic Essays (pp. 84-118). St. Agustine’s Press. 

Feser, E. (2015b). Natural Theology Must Be Grounded in the Philosophy of Nature, Not in Natural Science. En E. Feser (Ed.), Neo-Scholastic Essays (pp. 61-83). St. Agustine’s Press. 

Feser, E. (2021a). Schmid on the Aristotelian Proof. Edward Feser. https://edwardfeser.blogspot.com/2021/07/schmid-on-aristotelian-proof.html 

Feser, E. (2021b). Cinco pruebas de la existencia de Dios. (E. Fernández Gel, Trad.). España: Ediciones Cor Iesu.

Koons, R. (2013). God’s Existence. En D. Novotný & L. Novák (Eds.), Neo-Aristotelian Perspectives in Metaphysics (pp. 247-268). Routledge.

Schmid, J. (2021). Stage One of the Aristotelian Proof: A Critical Appraisal. Shopia, 60, 781-796. https://doi.org/10.1007/s11841-021-00835-7