Un criterio a considerar es el fundador de la filosofía analítica. Usualmente, uno de los eventos que se suelen colocar en los inicios de la filosofía analítica es la rebelión contra el idealismo británico de Russell y Moore. Según Beaney, Russell rechazó el neo-hegelianismo británico en razón de que era incapaz de ofrecer una explicación adecuada de las matemáticas, mientras que Moore lo hizo en razón de que no le parecía atractivo el rechazo idealista de los objetos extramentales. Por tantos, ambos aceptaron una especie de realismo directo.
Lo que hace «analítica» la filosofía de ambos autores es que, en el núcleo de su método, se encuentra el análisis descomposicional de las proposiciones. En específico, Russell consideró que el análisis filosófico se inscribe en un programa más amplio de análisis lógico: la identificación de los constituyentes lógicos de las proposiciones y, en especial, de las proposiciones lógicas fundamentales, con las cuales es posible derivar las demás. Esta idea subyace en el programa logicista de Russell.
Pero el programa logicista de Russell sólo fue posible por el desarrollo de la lógica moderna, de los sistemas de lógica proposicional y de predicados. Frege es el responsable de la creación de la lógica cuantificacional, la cual presentó en su Conceptografía (Begriffsschrif). Además de esto, Frege desarrolló diversas ideas que influirían más tarde a la filosofía analítica, especialmente en filosofía del lenguaje. Entonces, no sólo el evento de Russell y Moore debería de considerarse como fundacional, sino también el trabajo de Frege.
No obstante, no hay total acuerdo en esto. Algunos excluyen a Frege como otro «fundador» de la tradición, sino que sólo Moore y Russell (además de Wittgenstein) son los padres de la misma —a lo mucho, Frege es el «abuelo» de la tradición. Otros le consideran como una «inspiración», dada la influencia que tuvo en los autores mencionados. Como sea, la creación de la lógica simbólica por Frege le asegura un lugar (sea el que sea) en la tradición.
Otra manera de caracterizar la filosofía analítica es simplemente nombrando las figuras más prominentes. Con base en las ideas de los autores mencionados antes, se puede identificar dos movimientos o tendencias: la Cambridge School of Analysis (basado en Russell, Moore y Wittgenstein) y el empirismo lógico (basado en Frege, Russell, Wittgenstein y otros).
Hubo influencias de filósofos alemanes de la ciencia, de neokantianos y de lógicos polacos en el empirismo lógico. Esto amplía el número de filósofos «analíticos»: Broad, Ramsey, Wisdom, Black, Schlick, Neurath, Carnap, Waismann, Tarski, Popper, Feigl, Hempel, Gödel, Bergmann, Hung, Ayer. Después de la Segunda Guerra Mundial, la consolidación y ramificación de la tradición continuó. En los Estados Unidos el empirismo lógico llegó e interactuó con el pragmatismo, mientras que en Oxford estaba iniciándose la filosofía del lenguaje ordinario.
Esto amplía el panteón de filósofos «analíticos»: prominentemente, Goodman, Quine, Stevenson, Sellars, Chisholm, Davidson, Putnam, y Kripke en América, y Ryle, Austin, Grice, Hare y Strawson en Oxford. Entonces, podemos más o menos decir qué es la filosofía analítica al enlistar todos estos nombres. Así lo hacen, por ejemplo, A. P. Martinich y David Sosa en A Companion to Analytic Philosophy (Wiley-Blackwell, 2008).
Pero no es esto en realidad una caracterización de lo que es la filosofía analítica. El nombrar los fundadores y figuras clave no dice nada acerca de qué caracteriza el filosofar analítico —lo que es importante en esta cuestión. Podemos mencionar algunos temas que caracterizan a la filosofía analítica.
El énfasis en cuestiones del lenguaje es uno de los temas más recurrentes en esta tradición. Usualmente, se habla de que surgió al suceder el «giro lingüístico», pero se ha argumentado (en un capítulo del mismo Handbook) que ese suceso ocurrió propiamente con Wittgenstein, de tal modo que los jóvenes Russell y Moore quedarían excluidos de la tradición. Por otro lado, en la hermenéutica y en la filosofía alemana del siglo XX han ocurrido «giros lingüísticos» (de la mano de Heidegger y Gadamer), de tal modo que tomar como condición suficiente y necesaria de filosofía analítica el giro lingüístico, es errado.
En cuanto doctrinas o posiciones, la más usual es tomar la hostilidad hacia la metafísica como una de las características más notables. Pero, si bien esto caracteriza el positivismo lógico y a Wittgenstein, esto no caracteriza la filosofía de Frege ni el realismo directo de Russell y Moore. Más aún, la metafísica analítica es una disciplina respetada hoy en día.
Otras son el anti-psicologismo y la adhesión a la distinción analítico-sintético, el naturalismo y el ahistoricismo. Para cada caso, sin embargo, es posible encontrar un contraejemplo, lo que muestra que cualquiera de estas o excluye algún filósofo considerado analítico o incluye alguno que no es considerado como tal —o ambas, incluso.
Por ejemplo, Husserl fue crítico del psicologismo, del mismo modo que los neokantianos y los idealistas británicos. Quine y sus seguidores rechazan la distinción (hasta cierto grado) de la distinción analítico-sintético, pero son «analíticos». Si bien en la tardía filosofía analítica del siglo XX dio un giro hacia el naturalismo (inspirado por Quine), el naturalismo no es universalmente aceptado y fue rechazado explícitamente por los primeros filósofos analíticos.
El hecho de que en los últimos años haya crecido el interés en la historia de la filosofía analítica ya constituye un contraejemplo contra el supuesto ahistoricismo de la filosofía analítica (de hecho, el mismo Handbook ya es un contraejemplo).
Considerando el estilo y el método, la filosofía analítica es ampliamente considerada por su énfasis en la argumentación, claridad y rigor. La lógica cuantificacional desarrollada por Frege fue vista como una herramienta que «afila» y mejora la argumentación; lógica más poderosa que la lógica desarrollada anteriormente. Pero el uso de la lógica no es para nada nuevo, ya que desde tiempos de Aristóteles se hacía uso de ella.
En cuanto a la claridad, si bien podemos colocar en paralelo pasajes de (por ejemplo) Derrida, Heidegger, y otros filósofos «continentales», y de filósofos «analíticos» como Putnam, Russell, y otros, veremos claras diferencias de estilo. Pero hay filósofos continentales (como Collingwood) que escribieron tan claro como cualquier filósofo analítico, mientras que hay analíticos (como Wittgenstein) que escribieron en forma de aforismos tal como Nietzsche.
En cuanto al rigor, no sólo la filosofía analítica valora el rigor. Por ejemplo, Husserl argumentó que la filosofía es rigurosa; si bien la fenomenología emplea una concepción distinta de rigor, la diferencia no es tan grande como pudiera ser la diferencia que hay entre las concepciones de Frege y Russell.
Lo más que podemos concluir de la caracterización es que la filosofía analítica hace más énfasis en estas que otras tradiciones filosóficas. La manera mediante la cual podemos caracterizar substancialmente a la filosofía analítica es mediante su método, el análisis. Pero salta la objeción inmediata que el análisis no constituyó un nuevo método, ya que está en la filosofía desde los tiempos de los griegos; lo que haría difícil distinguir la filosofía analítica de otras formas de filosofar.
No obstante, podríamos argumentar que se introdujeron en filosofía nuevos métodos y tipos de análisis mediante la filosofía analítica a partir de los análisis lógicos y logicistas de Frege y la teoría de las descripciones de Russell. Todo esto fue desarrollándose en el Tractatus de Wittgenstein, por algunos miembros de la Cambridge School of Analysis y en el trabajo de Carnap. En Oxford fueron introducidos por Ryle y Ayer, y Quine las presentó estas ideas en su trabajo filosófico y lógico en los Estados Unidos. C. I. Lewis, Marcus y Kripke contribuyeron en sus análisis de las nociones modales.
Todas estas técnicas de análisis y modificaciones introducidas por los diversos filósofos analíticos, se han convertido en parte de la «caja de herramientas» filosófico de la filosofía analítica. El filósofo analítico podría ser caracterizado como alguien que sabe cómo utilizar estas herramientas, mediante la formación en lógica simbólica y el estudio de la obra de sus predecesores.
Cada filósofo analítico puede tener diferentes objetivos, ambiciones, antecedentes, preocupaciones, motivaciones, presuposiciones y proyectos, y puede utilizar estas herramientas de diferentes maneras para hacer diferentes construcciones, críticas, evaluaciones y síntesis; pero existe un repertorio común de técnicas analíticas y un rico fondo de ejemplos instructivos de los que sacar partido; y son estos los que forman la base metodológica de la filosofía analítica. (p. 26)
Esta caracterización metodológica de Beaney tiene sentido si tenemos en cuenta algunas características de la filosofía analítica, además de discusiones que surgen en torno a ella. Primero, explica por qué la filosofía analítica adopta un enfoque «fragmentado» o por pedazos, de ahí que se incentiven investigaciones a pequeña escala y no la construcción de sistemas. Las técnicas de esta filosofía se prestan a enfoques más fragmentados y al trabajo colaborativo del tipo que se encuentra en la ciencia. No obstante, la filosofía analítica no tiene que ser inherentemente de esa forma, de tal modo que pueden buscarse la construcción de sistemas a la vez que conjunta con los resultados de diferentes tipos de análisis.
Segundo, explica éxito global de la filosofía analítica:
La caja de herramientas está llena de instrumentos útiles, con conceptos clarificados, distinciones trazadas, doctrinas refinadas y teorías lógicas enriquecidas. Las grandes preguntas filosóficas pueden parecer tan fascinantes y frustrantes como siempre, pero existe una gama de respuestas disponibles para atraer y enfurecer aún más. (p. 27)
Especialmente es la naturaleza democrática y meritocrática el motivo principal de su éxito, ya que no se necesita un «ismo» para ser un filósofo analítico; de hecho, se podría sostener un «ismo» y a la vez ser analítico. La expansión de oportunidades educativas, la proliferación de las revistas académicas y manuales, y un acceso abierto a la filosofía (como a la filosofía analítica en particular) como nunca antes visto, ha provocado una mayor participación en la investigación filosófica. Así, cualquiera podría (en principio) contribuir al conocimiento filosófico.
Pero esta caracterización no explica otros usos de «analíticos», en especial cuando se habla de la filosofía analítica como un movimiento o tradición. Quizás deberíamos de distinguir entre dos usos de «filosofía analítica», dependiendo de si nos referimos a ella como una actividad o como una tradición. Ambas están interrelacionadas, conceptual e históricamente.
Los métodos proporcionaron la base para la tradición, su aplicación en proyectos específicos, desde el logicismo de Frege y Russell en adelante, proporcionando los análisis, enfoques, argumentos, conceptos, doctrinas, movimientos, posiciones, textos, temas y teorías que gradualmente se acumularon en todas sus interconexiones para formar esa tradición. (p. 28)
Así, no podemos tomar los tipos de análisis y de enfoques para dar una definición de filosofía analítica. Pero sí podemos resaltar la existencia de una interconexión subyacente, basada en relaciones metodológicas y conceptuales (que un recuento filosóficamente perspicaz e históricamente sensible puede aclarar).
Referencias
Beaney, M. (2013). What is Analytic Philosophy?. En M. Beaney (Ed.), The Oxford Handbook of The History of Analytic Philosophy (pp. 3-29). Oxford University Press.
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