En esta entrada, profundizaremos en el objeto material de la lógica, que, en anteriores entradas, hemos definido que son los pensamientos. Para esto, detallaremos los elementos del conocimiento siguiendo a Gutiérrez Sáenz (2006). Hacer este breve repaso es necesario, porque llegamos a comprender mejor lo que son los pensamientos en cuanto objeto de estudio de la lógica.

Los elementos del conocimiento

El conocimiento se compone de cuatro «elementos»: el sujeto, el objeto, la operación, la representación. El sujeto es la persona que conoce o sujeto cognoscente. No habría conocimiento si no hubiera alguien que efectivamente conociera. Es aquel que capta algo del objeto, se posesiona de ciertas características suyas en su mente. Esto es posible en virtud de sus facultades cognoscitivas, como el oír, el ver, el entender, etc.

El objeto es lo opuesto del sujeto, es lo conocido. En esta relación del conocimiento, es imposible que no haya sujeto sin objeto, y viceversa; el acto de conocer enlaza estos dos elementos. Justamente, es por el mismo hecho que hay un sujeto (el que conoce), que hay también un objeto (lo que se conoce). Son términos correlativos. En esta correlación cognoscitiva, el sujeto es «modificado» cuando conoce el objeto, mas este permanece sin modificación.

El fenómeno interno del conocimiento es la representación. Cuando el sujeto conoce el objeto, se «generan» ciertas representaciones en las facultades cognoscitivas del sujeto. Se llaman así porque son reproducciones del mundo exterior del sujeto, son reproducciones de los objetos. El autor define representación como un contenido intramental que se refiere a un objeto; este, usualmente, suele ser extramental.

Aquí podemos hacer una distinción entre dos posiciones que consideran de dos modos distintos las representaciones: el idealismo (en ocasiones llamado inmanentismo) y el realismo. Para un realista, lo captado directamente es el objeto por medio de representaciones que están en el sujeto. Para un idealista, lo captado directamente son las representaciones; estas son el término de nuestro conocimiento. 

Desde la perspectiva realista, las representaciones son conocidas bajo un segundo acto cognoscitivo; el sujeto se retrotrae hacia sí y reflexiona sobre sus propias representaciones, de tal modo que el objeto ahora son las representaciones. No obstante, las representaciones refieren (de forma esencial) a un objeto que transciende la inmanencia, así que la representación y el objeto al cual refiere, difieren.

La operación es el puente entre el objeto y el sujeto, porque es el punto de contacto entre ambos. Como él lo dice, es el proceso psicológico entre ambos que tiene, como resultado, una representación fiel del objeto. Por tanto, hay una diferencia entre la operación y la representación resultante. Además, la duración de la operación es pequeñísima, mientras que la representación perdura en el interior del sujeto; si bien no está presente siempre, porque está «almacenada» en la memoria, puede volverla presente con un esfuerzo mental.

Integrando todos estos elementos en una definición, define el conocimiento de la siguiente forma: es la operación por la cual un sujeto obtiene representaciones internas de un objeto1. El conocimiento es objeto de la epistemología y/o gnoseología, ya que, de acuerdo con Sanguineti (2000), se plantea el problema del conocer desde la misma raíz, esto es, la naturaleza del conocimiento y su adecuación al ente real o extramental, y la cuestión de la verdad. El estudio del conocimiento no le pertenece a la lógica.

Por otro lado, a la lógica le interesa las representaciones y ninguna otra de los elementos mencionados. Es propio de la psicología filosófica el estudio del sujeto cognoscente y de sus facultades cognoscitivas, o sea, se ocupa de explicar cómo se razona, se conoce y se piensa. Esto está fuera del estudio de la lógica, pues no le compete estudiar las facultades u operaciones mentales.

Siendo más específicos, no son todas las representaciones internas las que le compete a la lógica estudiar, sino los pensamientos, que son una «clase» de representaciones. Por tanto, hay que realizar una distinción entre las representaciones.

Representaciones sensibles e intelectuales

Hay dos «tipos» de representaciones internas, las representaciones sensibles y las representaciones intelectuales. Las primeras son llamadas imágenes (o también llamadas fantasmas), mientras que las segundas son llamadas pensamientos (o imágenes intelectuales2). La confusión entre ambas clases de representación tiene implicaciones graves, esto es, errores que pueden viciar la filosofía entera; tal error de confusión es notable en Hume y en Berkeley.

¿Cómo se diferencian? Pongamos el siguiente caso, siguiendo a Charles Coppens (1891). Mediante la simple aprehensión, concibo intelectualmente un triángulo al percibir un triángulo concreto. Mi idea o noción de triángulo no contiene más que las notas de una figura con tres lados y tres ángulos; al ser precisa, cualquier otra persona concebirá del mismo modo la noción de triángulo. Puedo imaginar un triángulo, no obstante, no sin accidentes particulares, como el que tenga cierto tamaño o forma específica. Y, si bien otros pueden imaginar triángulos más o menos semejantes, nunca serán iguales, así que no puede representar todos los triángulos posibles. 

Es en esto donde cae la diferencia. Las imágenes son siempre singulares, mientras que los pensamientos son universales, porque se aplican a muchos objetos con características iguales. Al pensar en, por ejemplo, el triángulo, no pienso en este o en aquel, sino en aquello que vuelve a estos triángulos: su esencia. Notemos que se dice pensar y no imaginar, ya que al imaginar cierta cosa, estoy imaginándola con accidentes particulares; al pensar en algo, no estoy adjudicándola características particulares, sino características «universales».

Dado que las imágenes son singulares, se refieren a un objeto en concreto. Por ello, las imágenes son «producto» de los sentidos (en específico de la imaginación), y, por lo tanto, los sentidos no son útiles para obtener representaciones intelectuales. Las imágenes, pues, son representaciones materiales de un objeto material. En consecuencia, nuestra capacidad de «percibir» el contenido de las ideas o nociones se deben a una capacidad intelectual, al entendimiento o intelecto. Que haya una diferencia en esto se ve en el ejemplo de que es posible captar mediante los sentidos varias palabras e imágenes y, a la vez, no entender lo que significan tales palabras e imágenes. Así, vemos la diferencia entre las facultades en juego.

Por último, se debe notar que las representaciones intelectuales no son meras copias o retratos de los objetos extramentales, «sino que contiene (o mejor, es) una esencia idéntica a la de la realidad» (Gutiérrez Sáenz, 2006, p. 59). Con esto se está rechazando al idealismo, pues el término último no son las mismas representaciones, sino los objetos intencionales de los propios pensamientos.

Conclusión

Hay dos tipos de representaciones: las imágenes y los pensamientos. La diferencia entre ambas está en que las imágenes son singulares y «contienen» características particulares y materiales de los objetos a los cuales refieren, mientras que los pensamientos no «capturan» lo singular de los objetos, sino lo universal que hay en ellos. Los pensamientos requieren de facultades intelectuales, mientras que las imágenes de facultades sensitivas, de ahí que no podamos imaginar los pensamientos. La lógica tiene por objeto material los pensamientos; las imágenes son estudiadas por la psicología filosófica.

Saint Jerome in His Study (The Metropolitan Museum of Art)
San Jerónimo en su gabinete, por Albretch Dürer (1514)

Notas

1. En honor a la verdad, esta definición quizás no sea lo más precisa, pues, en primer lugar, el tratado es de lógica y no de gnoseología; es decir, no podemos pretender tomar esta definición como la definición de conocimiento. Recordemos que este análisis del concepto de conocimiento tiene, por función, explicitar mejor el concepto de representación. Además, no parece que prima facie sea correcta, porque no precisa si el conocimiento es movimiento (en cuanto operación en ejecución) o término de una operación. Por lo que otras personas me han dicho sobre esta definición, no parece totalmente realista, por el énfasis que hace en las representaciones; no obstante, esto no lo comporto, por el hecho de distinguir entre realismo e idealismo, y de mencionar la importancia de que las representaciones son en esencia intencionales. Sea como fuere, se requiere de un estudio ulterior en gnoseología para una mejor definición.

2. También se les suelen llamar «ideas», «nociones», o «conceptos».

Referencias

Coppens, C. (1891). A brief text-book of logic and mental philosophy. The Catholic Publication Society. https://archive.org/details/brieftextbookofl00copprich/mode/2up

Gutiérrez Sáenz, R. (2006). Introducción a la lógica (Novena ed.). Editorial Esfinge.

Sanguineti, J. J. (2000). Lógica (Quinta ed.). Ediciones Universidad de Navarra.